En este proceso de mudanza me he topado con algunos trabajos que realicé en el colegio, los cuales me han dado mucha nostalgia, pero a la vez, leyendo algunos de ellos, me he recordado de muchos momentos importantes en mi vida y de muchas de las cosas que aprendí en la adolescencia a través de la lectura.
Antes de que esos trabajos que hice con tanta dedicación vayan a parar a Duquesa, quiero compartir con ustedes algunas de las verdades que en esa época pude plasmar en un papel. En esta ocasión, plasmaré algunas de las respuestas que escribí en un análisis del libro "Juan Salvador Gaviota" de Richard Bach, uno de mis libros favoritos.
Físicamente, Juan Salvador Gaviota era como los demás: con plumas blancas, largas alas y patas y un pico bien fino. Sin embargo, interiormente era diferente a todos y pensaba diferente a las demás gaviotas. Para él era más importante volar que comer, y buscaba la perfección a través del vuelo. El era muy perseverante, siempre le gustaba romper sus propios récords, superarse día tras día y aprender de sus experiencias. Si Juan salvador Gaviota se caía, volvía a levantarse y seguía adelante hasta lograr su propósito. Luego se trazaba nuevas metas.
En su andar, Juan Salvador descubrió un significado, un fin más alto para la vida, una razón para vivir: aprender a volar alto para ser libre. Descubrió que pueden aprender a volar alto y tan rápido como un halcón, que no deben limitarse a lo que tradicionalmente conocían.
Pero, ante sus descubrimientos, sus compañeros adoptaron una actitud de rechazo. Ellos se sintieron traicionados porque Juan Salvador Gaviota quería ser diferente y superarse, y porque rompió la tradición de la familia de las gaviotas. Eso hizo que rompieran su hermandad, lo llamaron irresponsable porque no pudieron entender su descubrimiento. Todos pensaron que él estaba loco y no creyeron en que él podía lograr sus metas y sueños.
En su soledad, Juan Salvador se dedicó a volar más allá de los lejanos alcantilados, aprendiendo cada día más a mejorar su vuelo. No le hacían falta los pesqueros ni pan duro para sobrevivir, pues podía observar los peces mientras volaba. Lo que antes deseaba conseguir para toda la bandada de gaviotas, lo obtuvo para sí mismo: aprendió a volar y a ser libre.
Después que, en el cielo, se dio cuenta de que era una gaviota perfecta y sin limitaciones, su amigo Chiang, antes de morir, le dijo que siguiera trabajando en el amor. Al reflexionar, Juan Salvador pensó que abajo podían haber más gaviotas que pensaran como él y que se estuvieran esforzando para romper sus limitaciones. Fue entonces cuando Juan Salvador se dio cuenta de que tenía que regresar a la Tierra para ayudar a otras gaviotas que pensaran como él. Juan perdonó a la bandada de gaviotas, los enseñó a volar, a ser libres, a no tener limitaciones.
Al reflexionar sobre este personaje, escribí: Creo que todos debemos y tenemos que superarnos en la vida. no podemos quedarnos estancados en un sitio todo el tiempo. Si nos caemos, es nuestra responsabilidad volvernos a levantar. De nosotros depende nuestro futuro y el de nuestros hijos, por eso debemos trabajar para superarnos y aprender cada día más.
Para llegar al éxito, primero debemos ver el lado positivo de las cosas. Cuando nos equivocamos, tenemos que aprender de esa experiencia para poder crecer y para no volver a incurrir en el mismo error.
No podemos ahogarnos en en vaso de agua cada vez que tropecemos. Tenemos que seguir adelante y vivir siempre el presente. Tenemos que vencer el miedo y no podemos hacer caso de lo que digan los demás, cuando nos critiquen sobre nuestro constante intento de superarnos. No nos deben importar las burlas que nos hacen los demás, porque lo hacen por envidia y porque se sienten fracasados.
Sin embargo, siempre debemos perdonar a las personas que no creen en nosotros y debemos tratar de ayudarlos a entender que todo el mundo se puede superar si se lo propone. No podemos guardarle rencor a las personas que no creen en nosotros. Al contrario, tenemos que ayudarlos a comprender y enseñarles el significado de la perseverancia.
Las personas que se conforman con lo poco que logran son las llamadas mediocres. Estas personas nunca logran crecer ni superarse porque no se trazan metas y generalmente viven más en el pasado que en el presente. Estas personas se ahogan en un vaso de agua cuando tropiezan, no se quieren levantar cuando fracasan, y nunca llegan a realizarse por lo que se vuelven unos frustrados, porque no hacen sus sueños realidad.
Cuando escribí todo esto estaba en primero de bachillerato. En mis reflexiones escribí:
Es muy bueno soñar y trazarnos metas, porque se convierten en una razón más para vivir y para superarnos como personas. Los sueños nos dan fuerzas para seguir adelante, y nos ayudan a ser mejores personas. No debemos tener miedo y no debemos prestarle atención a las burlas de los demás. Tenemos que aprender a ser diferentes y conquistar nuestros sueños.
Pero, para realizar nuestros sueños y alcanzar nuestras metas tenemos que trabajar día a día y aprender de nuestro recorrido. Cuando se haga realidad, no lo podemos desaprovechar y tenemos que seguir soñando para poder seguir creciendo. Además, debemos prestar atención a los consejos de las personas mayores que creen en nosotros y nos apoyan, pues la experiencia no se improvisa y están llenos de sabiduría por todas las vivencias que han tenido a lo largo de sus vidas.
Estas fueron algunas de las respuestas que escribí en un trabajo de Lengua Española, que realicé en el 1997, cuando tenía 14 años. Cuanta ingenuidad tenía en ese entonces, pero cuantas verdades pude descubrir en ese pequeño libro que les recomiendo a todos que lean!
un abrazo!
Anya
Antes de que esos trabajos que hice con tanta dedicación vayan a parar a Duquesa, quiero compartir con ustedes algunas de las verdades que en esa época pude plasmar en un papel. En esta ocasión, plasmaré algunas de las respuestas que escribí en un análisis del libro "Juan Salvador Gaviota" de Richard Bach, uno de mis libros favoritos.
Físicamente, Juan Salvador Gaviota era como los demás: con plumas blancas, largas alas y patas y un pico bien fino. Sin embargo, interiormente era diferente a todos y pensaba diferente a las demás gaviotas. Para él era más importante volar que comer, y buscaba la perfección a través del vuelo. El era muy perseverante, siempre le gustaba romper sus propios récords, superarse día tras día y aprender de sus experiencias. Si Juan salvador Gaviota se caía, volvía a levantarse y seguía adelante hasta lograr su propósito. Luego se trazaba nuevas metas.
En su andar, Juan Salvador descubrió un significado, un fin más alto para la vida, una razón para vivir: aprender a volar alto para ser libre. Descubrió que pueden aprender a volar alto y tan rápido como un halcón, que no deben limitarse a lo que tradicionalmente conocían.
Pero, ante sus descubrimientos, sus compañeros adoptaron una actitud de rechazo. Ellos se sintieron traicionados porque Juan Salvador Gaviota quería ser diferente y superarse, y porque rompió la tradición de la familia de las gaviotas. Eso hizo que rompieran su hermandad, lo llamaron irresponsable porque no pudieron entender su descubrimiento. Todos pensaron que él estaba loco y no creyeron en que él podía lograr sus metas y sueños.
En su soledad, Juan Salvador se dedicó a volar más allá de los lejanos alcantilados, aprendiendo cada día más a mejorar su vuelo. No le hacían falta los pesqueros ni pan duro para sobrevivir, pues podía observar los peces mientras volaba. Lo que antes deseaba conseguir para toda la bandada de gaviotas, lo obtuvo para sí mismo: aprendió a volar y a ser libre.
Después que, en el cielo, se dio cuenta de que era una gaviota perfecta y sin limitaciones, su amigo Chiang, antes de morir, le dijo que siguiera trabajando en el amor. Al reflexionar, Juan Salvador pensó que abajo podían haber más gaviotas que pensaran como él y que se estuvieran esforzando para romper sus limitaciones. Fue entonces cuando Juan Salvador se dio cuenta de que tenía que regresar a la Tierra para ayudar a otras gaviotas que pensaran como él. Juan perdonó a la bandada de gaviotas, los enseñó a volar, a ser libres, a no tener limitaciones.
Al reflexionar sobre este personaje, escribí: Creo que todos debemos y tenemos que superarnos en la vida. no podemos quedarnos estancados en un sitio todo el tiempo. Si nos caemos, es nuestra responsabilidad volvernos a levantar. De nosotros depende nuestro futuro y el de nuestros hijos, por eso debemos trabajar para superarnos y aprender cada día más.
Para llegar al éxito, primero debemos ver el lado positivo de las cosas. Cuando nos equivocamos, tenemos que aprender de esa experiencia para poder crecer y para no volver a incurrir en el mismo error.
No podemos ahogarnos en en vaso de agua cada vez que tropecemos. Tenemos que seguir adelante y vivir siempre el presente. Tenemos que vencer el miedo y no podemos hacer caso de lo que digan los demás, cuando nos critiquen sobre nuestro constante intento de superarnos. No nos deben importar las burlas que nos hacen los demás, porque lo hacen por envidia y porque se sienten fracasados.
Sin embargo, siempre debemos perdonar a las personas que no creen en nosotros y debemos tratar de ayudarlos a entender que todo el mundo se puede superar si se lo propone. No podemos guardarle rencor a las personas que no creen en nosotros. Al contrario, tenemos que ayudarlos a comprender y enseñarles el significado de la perseverancia.
Las personas que se conforman con lo poco que logran son las llamadas mediocres. Estas personas nunca logran crecer ni superarse porque no se trazan metas y generalmente viven más en el pasado que en el presente. Estas personas se ahogan en un vaso de agua cuando tropiezan, no se quieren levantar cuando fracasan, y nunca llegan a realizarse por lo que se vuelven unos frustrados, porque no hacen sus sueños realidad.
Cuando escribí todo esto estaba en primero de bachillerato. En mis reflexiones escribí:
Es muy bueno soñar y trazarnos metas, porque se convierten en una razón más para vivir y para superarnos como personas. Los sueños nos dan fuerzas para seguir adelante, y nos ayudan a ser mejores personas. No debemos tener miedo y no debemos prestarle atención a las burlas de los demás. Tenemos que aprender a ser diferentes y conquistar nuestros sueños.
Pero, para realizar nuestros sueños y alcanzar nuestras metas tenemos que trabajar día a día y aprender de nuestro recorrido. Cuando se haga realidad, no lo podemos desaprovechar y tenemos que seguir soñando para poder seguir creciendo. Además, debemos prestar atención a los consejos de las personas mayores que creen en nosotros y nos apoyan, pues la experiencia no se improvisa y están llenos de sabiduría por todas las vivencias que han tenido a lo largo de sus vidas.
Estas fueron algunas de las respuestas que escribí en un trabajo de Lengua Española, que realicé en el 1997, cuando tenía 14 años. Cuanta ingenuidad tenía en ese entonces, pero cuantas verdades pude descubrir en ese pequeño libro que les recomiendo a todos que lean!
un abrazo!
Anya
Muy interesante
ResponderEliminarUna reflexión muy interesante, pero quizás deja algunos vacíos al momento de contrastar experiencias, quizás algunos buscamos respuestas que no encontramos en una motivación que solo te impulsa a seguir adelante, merezco algo mas de la perspectiva de la soledad, tan dura y fría que me hace pensar en lo imposible que puede ser el perdón frente el abandono, seguir adelante por tu cuenta suena como una convicción egoísta que te agotara hasta llegar al perdón, en una experiencia regular la soledad acarrea sensaciones totalmente adversas a estas, la experiencia de Juan salvador parece una apuesta muy optimista de ver las posibilidades, el mundo es mas caótico que esto. solo quería dejar mi punto de vista ante lo romántico que pueda sonar el optimismo que carga esta maravillosa obra.
ResponderEliminarQue alegría me dio leer estas reflexiones y llegar al final y ver quien las escribió. Buscaba una reflexión para mostrar a mi hijo que acaba de leerse el libro, así que le compartiré las tuyas! Un abrazo Anya!
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